miércoles, mayo 19, 2010

La evolución del hombre según el grupo Clarín

El mundo se enfrenta al fin de la evolución del hombre como ser natural. Y esto es fruto de años de “avance” de la ciencia y su papel de querer emular a Dios, de manipular el ADN para hacer seres perfectos, sanos, bellos y fuertes. Vamos tal vez, hacia la estandarización de lo humano, eliminando la diversidad racial, donde el patrón (de eso que dejará de ser humanidad) es ser blanco, rubio/a y de ojos claros. Una sociedad como la de los “Cóndores” en la tira del Eternauta, donde Germán Oesterheld imaginó que existirían en el futuro seres superiores y perfectos, diferentes a los procreados salvajemente como eran Salvo, Martita, Favali y otros.

Todo aquello tendría un costo, tal vez hasta patentado, que seguramente pagarían los pobres para felicidad de los ricos. Seguramente serán muy pocos los que podrían pagar el costo de tener hijos perfectos, sanos y bellos. Seguramente estos no serán fruto del amor, sino de una unión artificial, en un frío laboratorio de una multinacional. La reproducción de los pobres seguirá como ahora, salvaje, azarosa, por amor y en una evolución natural.

Estos hombres del fin de la evolución humana no tendrán ser, porque no serán humanos y seguramente su clasificación será un código de barras o un conjunto de letras y números, Su identidad contendrá material genético diverso, desconocido, ajenos a los que llamarán padres, que lo serán solo por ser sus poseedores, que lo que es decir por poseer poder.

En una emulación de ese futuro, los medios de comunicación argentinos nos muestran cómo será el fin de la evolución humana, el ejemplo del éxito de la ciencia sobre la naturaleza. Esta evolución que no es el fruto del trabajo de genetistas, sino de costosos cirujanos plásticos y esteroides. Aquí seguramente no se patentará el ADN, aunque si tal vez algún artículo a modo de mercadeo. Las diferencias con los pobres serán igualmente enormes, no solo por su fisonomía, sino por los enormes gastos que genera su existencia misma.

Al igual que los hombres de ese imaginario futuro, no tiene ser, ni tampoco humanidad. Su estrella brilla, no por su capacidad de ser, sino por lo que aparenta ser. Estamos hablando de Ricardo Fort, el ejemplo de una evolución bizarra y trucha del canal 13, del Grupo Clarín. Ricardo Fort es a lo humano, lo que la soja transgénica a la naturaleza. Ha inundado la televisión de un producto que se parece mucho a la clase media, esa clase que aspira a ser, lo que no es. Un personaje de ficción que representa el éxito, un éxito que no es el espejo de la evolución del hombre sino de su decadencia.  

G. J.

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