Evo Morales tiene “Pinos” en el camino
La izquierda Boliviana muestra sus verdaderas cartas al declarar una “huelga general indefinida” contra el gobierno de Evo Morales Ayma.
Luego de derrotar (al menos momentáneamente) a la derecha separatista en sus diferentes intentos de golpe de Estado y consiguiendo una importante victoria electoral, el gobierno de Evo sufre un proceso similar al que estamos viviendo en la Argentina. La COB (Central Obrera Boliviana) ha lanzado una medida de difícil retorno para la democracia y el proyecto plurinacional. La COB exige un incremento salarial del 12 por ciento, los profesores que demandan un salario básico de 7.500 bolivianos y salud un 25 por ciento. Es interesante destacar que este tipo de medidas de fuerza se toma cuando no se encuentra ningún tipo de salida a los reclamos o cuando se pretende como objetivo derrocar a un gobierno.
No es casual que, como lo denuncia el vicepresidente Álvaro García Linera, que estos mismos sectores participaron en una acción de “tenazas” junto a la derecha separatista boliviana en el 2007. No descarta además la participación de la embajada norteamericana en auspiciar medidas de este tipo para frenar el proceso revolucionario en marcha. (Linera los acusa de contrarrevolucionarios)(1) La ubicación de Bolivia, en el corazón de la subregión americana, es geopolíticamente estratégica para el control militar.
En la argentina vivimos un proceso similar en cuanto el accionar de grupos de la izquierda, que a pesar de proclamarse clasistas, acompañaron a las corporaciones más concentradas de la clase dominante Argentina. Claro que aquí actuaron como actores de reparto, en unos papeles absolutamente secundarios pero apoyados y referenciados fuertemente por los monopolios mediáticos. Harto conocidos fueron los casos de pagos en ganado reclamados por organizaciones piqueteras por el respaldo en la movilización y hasta bizarros hicieron seguridad en la carpa de la oligarquía vacuna. Conocido también fue el fuerte apoyo que recibieron algunos de ellos cuando los candidatos de la derecha en la capital se caían: Pino Solanas le debe gran parte de su caudal electoral al grupo Clarín que encontró un candidato de izquierda para enfrentar a los candidatos del frente para la victoria.
Muchas veces hablamos de la “funcionalidad” de los grupos de izquierda que a veces llamamos infantil y otras veces abstracta. Este concepto (funcionalidad) ofrece la sutiliza de hasta pensar que positivamente ellos no actúan movidos por intereses propios del poder económico dominante, sino por una ideología que los empuja a estar más a la izquierda de los sectores populares. Pensamos, y de esto si estoy convencido, que los militantes de base son rescatables, pero que sus dirigentes están corroídos de vicios ideológicos de los cuales hay que separar. Pero a la luz de los sucesos, quizás debamos pensar que, izquierda (infantil, abstracta) y derecha (vinculada a intereses transnacionales) son parte de un mismo cuerpo político.
Este cuerpo político (el poder) que actúa como un ejército, porque golpea con su puño derecho, el más fuerte, con la economía, los medios monopólicos de comunicación y una parte de la población (clase media) que siempre es adicta a ser lo que no es y parecerse/solidarizarse con la clase dominante. Pero agotado este (derrota de los separatistas bolivianos, recuperación de legitimidad en la argentina), saca a relucir el otro puño, menos hábil, menos orgánico, pero con capacidad de daño: La izquierda. Solo así podemos entender que con una columna que apenas llega a cien personas, como mucho, obtienen de la prensa la sensación de un gran poder de daño, que con discursos de barricada al estilo Lenin tienen largos minutos en los canales del poder económico. Con esto la derecha gana tiempo y rehace sus fuerzas, porque su poder reside justamente en el otro puño.
Así entendemos como el cuerpo del poder sale a referenciar a sus acólitos. Pino Solanas es la expresión más cabal de ese frente político, del puño izquierdo del poder.
Es tan repugnante esta alianza que el diario Perfil publica lo siguiente: “…En la laguna melancólica de la izquierda argentina algo encrespa la superficie, un nuevo viento. El creciente poder electoral del movimiento encabezado por Pino Solanas demostró su potencia en el ámbito capitalino y se extiende progresivamente al nacional…” (2), tan poéticas palabras no son escritas por un revolucionario de izquierda sino por el fascista Abel Posse. Por increíble que parezca, no hay ningún atisbo de movilización popular que justifique semejante derroche literario, si la necesidad de limar por izquierda el movimiento nacional. Ni hablar de sus charlas en los programas de opinioneros en los multimedios, ni sus encuentros con el “democrático” Grondona.
Fracasado el objetivo de un golpe “blando”, al estilo hondureño, el poder busca que Pino Solanas obtenga un porcentaje de votos que posibilite el acceso al balotage del candidato de derecha que las corporaciones pretenden instalar. Obstáculos a la vista hay muchos: no encuentra todavía su candidato, la tropa legislativa es una murga, a pesar del bombardeo mediático no logra articular el discurso y encima la economía crece por los aciertos y la distribución de la riqueza vía Asignación Universal por Hijo y el Programa Argentina Trabaja.
Dada esta situación no hay lugar ya para medias tintas, hay que hablar y tratarlos como lo plantea el compañero vicepresidente de Bolivia: Son contrarrevolucionarios y hay que darles el trato político que se merecen, debemos derrotarlos porque ellos también son parte estratégica del cuerpo del poder, un obstáculo para el proceso de cambio en la Argentina, Bolivia y toda América latina.
Jorge P. Colmán
Coord G. J.
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