La historia de los mundiales siempre tuvo condimentos políticos y cuando se trata del deporte más popular peor. Pero este mundial particularmente se opone en mucho a otros donde los medios apuestan seriamente a que la selección nacional pierda y vuelva lo más pronto posible al territorio nacional.
En 1978 sirvió para tapar la terrible masacre que estaba cometiendo la dictadura militar y el creciente malestar internacional por las denuncias de violaciones a los derechos humanos. Toda la propaganda destacaba el nacionalismo y mostraba a los argentinos derechos y humanos. Las imágenes y comentarios de los medios masivos de comunicación mostraban a Videla como un jefe de Estado humanizado gritando goles como un hincha más, borrando al hombre marcial de uniforme, al dictador más sangriento de la historia argentina.
Mientras que los medios en el exterior destacaban las denuncias de desaparecidos, muertos y torturados, se formaban comisiones de exiliados que transmitían la angustia de los que quedaron en el país, en la argentina apenas alguna nota en el diario La Prensa hablaba del tema, el resto se escondía en el silencio y se hacía cómplice, apropiándose de papel prensa, humanizando la dictadura y buscando los mejores resultados para adormecer la conciencia del pueblo. Los medios de comunicación necesitaban una victoria de la selección nacional para tapar su miserable enriquecimiento y salvar políticamente a la dictadura.
Este mundial es diferente en mucho a aquel otro, si bien se pretende vender al mundial como un producto más con todo el mercadeo de banderas, camisetas, información, etc; el objetivo sigue siendo el desanimo, la crispación y una inocultable necesidad de que se pierda y rápidamente vuelva el equipo nacional de Sudáfrica, para reencauzar el malestar social contra el gobierno.
Para ello no se escatima en atacar a Maradona, Grondona y cualquier jugador que ofrezca un flanco para ser golpeado. Si Maradona fue un ídolo como jugador hoy va a ser juzgado por su incapacidad como técnico, por no dejar a la prensa observar las prácticas, por su relación con los barrabravas o si se pone “en vigilante” para que los muchachos no tengan sexo durante el evento. Para Grondona hay mucho más, no le perdonan que haya dejado que el gobierno nacional deje libre la transmisión del futbol, quitándole al monopolio los derechos exclusivos de televisación del torneo local. Por eso ahora Grondona es acusado de traer a los barrabravas a Sudafrica, de sostenerlos y hasta de promotor de futuros hechos de violencia que ellos puedan cometer.
La intención es que la selección vuelva lo más pronto posible, que pierda y que esa derrota signifique el desanimo, angustia y bronca. Bronca que pueda ser direccionada hacia el gobierno y que rápidamente sirva para intentar un nuevo golpe. Ya los sectores de la patronal agraria lo advirtieron “suspenden la protesta hasta que termine el mundial”, después vemos con que munición le podemos tirar al gobierno. El economista fabricante de la “inflación privada” Nicolás Salvatore lo advirtió a su socia la ex responsable del INDEC, “…El gobierno termina con el mundial…” y él se ocuparía de que las cifras de la inflación estimada “…den alto, muy alto, recontra alto…” para rematar que será un “fuego sagrado” que termine con el gobierno democrático. El otro responsable es el monopolio mediático Clarín, acosado por la denuncia de apropiación ilegal de papel prensa y su dueña, Ernestina de Noble, de apropiadora de hijos de desaparecidos. El Partido opositor, luego de una pésima lectura de la realidad, necesita tiempo para ser ordenado.
Se les acortan los tiempos de vida al monopolio Clarín y sus aliados, la justicia aparece en el horizonte pateando en contra, si la selección nacional hace una buena campaña o gana, el espíritu del pueblo se hinchará de alegría y un pueblo alegre es menos presa del desanimo y la crispación que el poder pretende instalar.
1 comentario:
Comparto. El Grupo Clarín sangra por la herida del Fútbol para Todos. Grondona será atacado y denunciado como jefe de los barrabravas. Y Maradona señalado como único responsable de cualquier mal resultado deportivo. La pesadilla de los opositores es imaginar al seleccionado nacional conquistando el campeonato. Y, otra vez, la irrupción de la multitud festiva en la 9 de Julio. Le tienen miedo a la alegría del pueblo, porque ellos necesitan una sociedad “triste”, crispada, “violenta”. Tal vez, nuestros jugadores (muchas veces tan distantes de los problemas y aspiraciones de los sectores populares) se “pongan la camiseta” y nos regalen una bocanada de aire ante el ahogo comunicacional. Un saludo.
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