
Los empresarios salieron con los tapones de punta, con un discurso que evocaba el combate contra el socialismo y no faltaron los que hablaron de “falta de seguridad jurídica”. Sus diferentes voceros salieron a criticar fuerte la medida y hasta el “mudito” Francisco De Narváez salió a decir que no era el momento… de aplicar la Constitución Nacional.
En Clarín y La Razón hoy se puede leer claramente la demonización del Hugo de la CGT, el periodista Luis Sartori hace un análisis psicologista del Pensamiento Moyanista “…se saco varias fotos con el maestro Yasky, pero en el fondo quería que ganara el estatal Michelli…”. Habla como si estuviera dentro del líder camionero y agrega su “mezquindad” diciendo que “…y alentaba la victoria opositora en la central alternativa como una estrategia política: que esta llevara a Néstor Kirchner a reforzar su fuerte alianza con el (…) Más allá del resultado, la convicción del camionero es que la CTA terminará dividida…”.
A esto se le suma la disputa interna con otros gremios, donde el jefe cegetista le querría “quitar” afiliados a otros sindicatos de su propia central, mostrándolo como un monstruo que se devorara todo a su paso. Todo esto sin preguntar o preguntarse qué opinan los beneficiados/perjudicados trabajadores de semejante disputa.

No es extraño entonces que, en los análisis mediáticos y los políticos del Grupo A, la cuestión “métrica” suene fuertemente, y todo se definirá por la “cercanía” al modelo que está rompiendo la hegemonía neoliberal.
Jorge P. Colmán
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