“El muchacho chino que murió en el derrumbe me dio mucha pena, me hizo dar cuenta que a los chinos los quiero un poco”. Las palabras casi xenófobas son del asesor de Mauricio Macri, al saber de la muerte de un ciudadano chino aplastado por la falta de seguridad en la ciudad de Buenos Aires y difundido por su twiter.
Estas palabras me hicieron acordar lo escrito y dicho por Sarmiento sobre los pueblos originarios y los gauchos: “no ahorre sangre de gauchos, es lo único de humano que tienen” arengaba a sus ejecutores. Seguramente Sarmiento también se compadecía de estos últimos en sus sueños, la cabeza del Chacho, miles de niños, mujeres y hombres originarios y los federales asesinados. Seguramente Sarmiento no diría del filósofo Alejandro Rozitchner que es un bárbaro, no lo vería como un desalmado ante el dolor de las víctimas, lo vería como un “civilizador sensible”.
En su interior Rozitchner dirá que los chinos son “casi humanos”, la misma duda que tenía la iglesia católica cuando llegó a América: ¿Tendrán alma? ¿Sentirán como nosotros? Por eso les preguntaban a través del “requerimiento” si renunciaban a su fe y si se sometían al rey de España, caso contrario ¡La guerra justa!
Pero que podemos decir de Rozitchner si es solo un “comunicador” de la política PRO de Mauricio, “el niño yo no fui” del grupo Clarín y la Nación. Es seguramente el ideólogo de no hacerse cargo de nada, de los pobres que son perseguidos por los parapoliciales (otros casi humanos, casi merecedores de “la pena” de Alejandro), de las escuchas y el espionaje ilegal.
Rozitchner es parte de un grupo social privilegiado que ve con desprecio a los que no lo son, a los diferentes, en fin, de todos aquellos que no pertenecen a “la clase bien” como ellos.
Cada día que pasa los porteños y el país se enteran de lo “bueno que se está poniendo Buenos Aires”, después ¡No digan que esto lo planeó Néstor Kirchner!
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