Una clase magistral de democracia

Con el salón de los patriotas totalmente cubierto de representantes de todos los sectores, la presidenta Cristina Fernández dio una clase magistral de lo que se debe hacer en democracia. Una vez más el gobierno nacional marco la agenda política de este bendito país y profundiza las contradicciones en el campo de la oposición parlamentaria y los monopolios mediáticos.

Los asistentes estábamos ansiosos, la sorpresa es una estrategia que la conducción del movimiento nacional sabe explotar y son parte de las gratas sorpresas que ha venido dándonos en los últimos tiempos, pero quizás para mí en particular fue una clase de una calidad magistral. Respetando todas las partes de cómo se debe dar cátedra comenzó con un disparador: una nota de Clarín expuesta en las pantallas donde pone en claro que lo que el monopolio ve como peligro es en realidad lo que ocultan: Quieren seguir siendo los dueños de la palabra en la Argentina. El disparador hizo efecto inmediatamente en la concurrencia, capto su atención y hasta hubo risas de aprobación, pero estableció el marco desde el cual refrendó todo su análisis: todos tienen el derecho de expresarse y Papel Prensa es un área estratégica para la garantizar ese derecho.

Siguió el discurso/clase con el desarrollo pormenorizado de cómo nace la empresa y como al Grupo Graiver se les arrebato la compañía, la complicidad con la dictadura militar de los hoy dueños, como intentaron ocultar la verdad, la tortura, el miedo y la avaricia. Todo refrendado por una montaña de pruebas que era exhibido para que todos aquellos que quisieran ver y tocar la verdad tantos años oculta pudieran hacerlo.

Lo jugoso vino al final, fijación de los contenidos y tarea para el hogar. Cada una de las pruebas fue expuesta en las pantallas y se sintetizaron en la necesidad de seguir preservando la institucionalidad, donde la oposición esperaba un ataque encontró como respuesta más democracia y derecho, donde creyeron que el gobierno pretendía quedarse con la empresa encontraron que se pretende trato igualitario para todos aquellos que quieren expresarse por el medio escrito. Ahora es el poder  judicial el que debe expedirse, miles de pruebas deberán ser analizadas y este poder, no el ejecutivo, decidirá la suerte legal de los supuestos apropiadores.

La tarea que les dejó a los legisladores oficialistas y opositores no es menor, deberá hacer ley o rechazar la declaración de interés público sobre el uso del papel como derecho libre e igualitario en su acceso, algo que hasta nuestros días no ocurre. Pondrá seguramente en una enorme contradicción a aquellos que dicen estar en contra de los monopolios y las corporaciones (pero terminan siendo funcionales a sus intereses), pero también le sacará la careta a una oposición que solo se nutre de las ideas/órdenes que les marca el patrón mediático Hector Magnetto de Clarín y el diario La Nación.

La prensa corporativa también se llevó una tarea para el hogar: deberá demostrar que es legítima su posesión de Papel Prensa, deberán rebatir la abundante cantidad de pruebas, demostrar que no fueron cómplices necesarios de la dictadura militar o tal vez hará como el peor alumno: mentir, confundir y estirar la agonía que ya prácticamente nadie duda, pero que tal vez es necesaria para construir una democracia más sólida y perdurable.

JORGE P. COLMÁN