viernes, noviembre 14, 2014

Siembran odio y cosecharan tempestades de amor perokirchnerista

Por Jorge P. Colmán. El "13N" fue una nueva fecha que muestra el patético desfile, muy devaluado por cierto, de aquellos que "compraron" el fin de ciclo que los periodistas/propagandistas del neoliberalismo predican en los medios corporativos.

Nada es lo que fue, el peso de la historia reciente esta desorientando a los socios del poder transnacional: Las victorias de Dilma Rouseff en Brasil, Tabaré Vazquez en Uruguay y Michelle Bachelet en Chile muestran que el "fin de ciclo" se encuentra suspendido por un lustro o tal vez no haya retorno.

El golpe ha sido de nocaut. Si el socio económico mas importante de la Argentina sigue en la línea de la integración del MERCOSUR, UNASUR y la CELAC, es muy difícil pensar en un proyecto aislado en el sentido contrario, no es negocio, aún ganando la elección del 2015.

Mas tiempo pasa y mas se profundiza la integración y las políticas alternativas al discurso neoliberal. Superar los diez años en una misma dirección ha generado un proceso político-cultural de dimensiones subregionales. El edificio de departamentos post-emancipación española, ha sido reemplazado por otro donde las "patrias chicas" y sus habitantes, se ven la cara para convivir, aún en las diferencias y las asimetrías nacionales e internas.

A esto debe sumarse un mundo cada vez mas multipolar, con una OTAN en crisis económica y sin horizonte de cambio social, Algo verdaderamente peligroso viniendo de países históricamente belicosos y con un poder armamentista monumental. ¿Cuanto tardarán los mercaderes transnacionales locales en entender esta nueva geopolítica? En cualquier momento los veremos hablando mandarín, comiendo con palitos y negociando con los empresarios del lejano oriente...

Este momento inédito en la historia, donde nuestro gobierno apostó fuerte a uno de los polos en formación y la subregión, genera incertidumbre en el establishment. Acostumbrados a apostar a seguro, a no jugarse por un proyecto propio o con vecinos que considera adversarios, el vértigo de equivocarse y perder aliados históricos, muestran la debilidad de una burguesía rentista y poco creativa ante los cambios de coyuntura mundial.

Por eso huele a naftalina el fracacerolazo del 13N, la violencia de sus manifestantes es el terror de la pérdida de certidumbres culturales y económicas neocoloniales. Ven con asco a líderes aborígenes, muy suramericanos y hasta con pasados insurreccionales, porque no quieren ver lo que les devuelve el espejo: que, como dijo la presidenta, "los gobernantes se parecen cada vez mas a sus pueblos".

La fortaleza de Cristina es la resistencia, aún en la crisis de crecimiento actual, de un pueblo que acompaña la propuesta, mas allá de los berrinches de la clase media y el aparato comunicacional de las corporaciones. El horizonte de una posible victoria en primera vuelta, como dijo el Diputado Francisco De Narváez, deja entrever una nueva atomización de la oposición, defendiendo cada uno su quinta, frente al peronismo-kirchnerista que se mantiene unido bajo la conducción de Cristina Fernández.

La oposición no enamora y esto es porque su agenda es el regreso a políticas que generan terror. Su discurso es violento y vengativo, cayeron en el "relato de los medios" y se les salto la chaveta. Mientras el gobierno sigue subiendo la apuesta (como lo hizo cada vez que hubo crisis o una ofensiva del establishment) con más inclusión, con mas estado presente y con un temporal de propuestas que sigue enamorando.

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