Ya no pelean por los votos de la izquierda ni el centro, pelean por verse como los más disciplinados y obsecuentes del poder corporativo. Son candidatos que han quedado desnudos, sin iniciativa propia y buscan, en la agenda de la derecha, un espacio para poder permanecer, que no es lo mismo que crecer y poder ser.
El acto de ayer, aunque pasado por agua, no pudo detener una catarata de militantes, que identificados con la política de ddhh del gobierno, se mostraron vitales y con una capacidad de movilización únicos en todo el arco político.
Ningún candidato puede mostrar esta capacidad de convocatoria, ni siquiera los precandidatos del Frente para la Victoria, solo es ella, la gran electora que sigue marcando la agenda política nacional, latinoamericana y mundial.
Semejante proyección produce pánico en las huestes opositoras, deben salir a jugar, la protección mediática de las corporaciones no basta, deben hablar y actuar, pero esas a su vez son sus mayores debilidades.
El gobierno ha desactivado una a una todas las minas que la oposición ha puesto en su camino. No lograron desestabilizar la economía, no pueden mostrar presidentes de la región como avance de la derecha, no tienen pretextos serios para movilizar sus tropas y apenas le quedan balas de fogueo ante una Cristina Fernandez de Kirchner que va creciendo conforme termina estos primeros dos períodos de gobierno.
No quedan margenes para correrla como la gran electora del 2015, de mejorar los números macroeconómicos de la economía en los próximos meses consolidará un liderazgo sin cuestionamientos internos, algo que las corporaciones intentarán como próximo movimiento político.
Termina el año y la foto es esta, la derecha peleándose por las migajas del electorado, como quien va al mercado de pulgas, cuando la leona reina con sus cachorros esperando el 2015
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