Desde el año 1983, la sociedad argentina ha iniciado el difícil camino de la recuperación de la democracia. Tarea que involucra a todas las actividades de la realización humana. No se trata de garantizar únicamente los mecanismos de las elecciones para alcanzar la democratización de una sociedad. Estos mecanismos son muy valorables en términos de delegación del poder por la vía institucional, pero son insuficientes para garantizar la distribución justa de derechos.
Pareciera que a ciertos sectores a los que les molesta la participación plena de toda la ciudadanía en el ámbito de la “cosa pública”, se les ocurre en nombre de cierto esteticismo, reducir la participación democrática a instancias de elecciones, de opciones enlatadas, a decisiones de consumo, etc… Y se oponen y se horrorizan cuando los sectores más vulnerados de la sociedad intentan expresarse tomando la palabra, escribiendo, realizando asambleas, fomentando debates, participando orgánicamente.
No se explica cómo proponiendo la democratización de la sociedad, no pueden aceptar que sectores con clara filiación partidaria, se expresen abiertamente en ámbitos de participación pública. Ni tampoco se explica cómo les resulta tan “normal” que representantes de sectores muy privilegiados tengan la posibilidad desmesurada (encubriendo sus verdaderos intereses) de amplificar sus opiniones con el aparato comunicacional, frente a la imposibilidad de silenciadas mayorías de hacerse oír.
La escuela, desde su creación ha sido un aparato del Estado para reproducir la ideología dominante. Esta ideología se ha expresado en la correlación de fuerzas de cada momento histórico. Así, la generación del 80, mediante la Ley 1420 creó el sistema escolar argentino que promovió la ciudadanía del modelo agroexportador. Esta ha sido una clara decisión política. Durante el primer peronismo, con la Constitución del 49, la educación argentina tuvo claras transformaciones que han tenido que ver con las concepciones del modelo nacional y popular; que democráticamente (elecciones mediante, también) configuró la correlación de fuerzas. La mal llamada “revolución libertadora” deshizo esta transformación y restauró el orden liberal-positivista de la Ley 1420. Con algunos vaivenes, cada
momento histórico fue intentando (a veces con más éxito, otras, no tanto) hacer sus cambios.
Sobre la “escandalosa” participación de agrupaciones en los ámbitos escolares, asombra que representantes electos por voluntades participantes en el proceso electoral democrático, se opongan y demonicen a los jóvenes que se comprometen con las actividades que hacen a la educación pública. No ha escandalizado a estos representantes la participación de empresas, cultos religiosos, cámaras de comercio, etc… en las actividades escolares. Tal vez la explicación posible sea que en la correlación de fuerzas, sean efectivamente representantes de los intereses de estos grupos que no participan de elecciones, no hacen explícitos sus intereses corporativos, no renuevan autoridades mediante el voto, etc… Eso sí, no llevan banderas ni ponen los dedos en “V”.
Docentes del Frente Transversal
Guillermo T. Greco, Jorge P. Colmán, Luis G. Sosa, Miguel A. Gómez, Daniel Santillán, Alicia Rodriguez, Mauricio Varas, Francisco Ortino, Yamila Verdum, Marcela leguizamon, Pablo Soubielle , Silvina Carro, Delfina Rauch, Nataly, Rosana Perera, Sebastian Serfelipe, Carlos Trabuco.
Grupo Jauretche-Grupo Docente La Plata
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