Nos encontramos aquí, en la Oficina Salitrera Santa Laura, declarada por la UNESCO junta a la Oficina Salitrera de Humberstone, patrimonio de la Humanidad. Nuestra presencia constituye un sentido homenaje a la memoria histórica de miles de trabajadores salitreros, que con su sangre y sudor construyeron la prosperidad de esta zona, contribuyendo a aumentar la riqueza de unos cuantos capitalistas extranjeros y nativos.
Tierras que fueron testigos de una guerra fratricida entre países vecinos de 1879 a 1883, en que miles de hermanos aymará, quichua, mapuche, que bajo las banderas chilena, peruana y boliviana entregaron sus vidas en virtud de resolver las disputas por la hegemonía de la explotación y transacción del salitre en el comercio internacional, guerra del salitre que finalmente se inclinó en favor del imperio colonial británico.
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