sábado, abril 28, 2012

Una jornada con el plus de lo épico, de nuestra identidad y la soberanía.


Fotos Jorge P. Colmán. Haga Click aquí.

Por Jorge P. Colmán. La movilización del día de ayer al estadio de Velez Sarfield supero a la organización. No alcanzaron los micros que tanto molestan a los medios corporativos y las vecinas paquetas de Buenos Aires, miles de personas se movilizaron porque sintieron algo más que la necesidad de apoyar a Cristina y su gobierno.

Los recuerdos de otros momentos históricos, donde un acto de este tipo significaban pugnar por un espacio donde todos querían hacerse ver, no existieron. La seguridad del acto era simplemente para ordenar, direccionar un mar de hombres, mujeres y niños a los lugares que habían sido asignados. Solo existieron abrazos, besos y la alegría del encuentro. Clarín y La Nación se quedaron sin las fotos de violencia que tanto necesitaban para mostrar la "barbarie" que nos endilgan.

Desde las tribunas era la emoción de ver como se llenaban las bandejas del Estadio José Amalfitani, como ingresaban las columnas, los enormes globos de las organizaciones sociales y sindicatos de la CTA y la CGT, los muñecos y los juegos artificiales que decían "presente". Los colores marcaban la identidad de las agrupaciones, los bombos y redoblantes la música que acompaña el paso de los manifestantes y los gritos la voz de un pueblo movilizado.

Entre todos ellos estaba "él", recordado hasta el artazgo por los "solsados del pinguino", su imagen, muñecos, fotos y hasta una bandera enorme con el pulgar en alto. Su presencia inundaba el estadio, con una pasión militante que en cada garganta se agiganta.

No alcanzó el Estadio para todos, algunos miles se debieron conformar con escuchar desde afuera, ni el frío los hizo abandonar la patriada.


En sus rostros se veía todo el país, la diversidad de la Patria Grande, el ejército de San Martín cruzando la Cordillera de los Andes, las Montoneras federales, los boinas blancas de don Hipólito Yrigoyen y los "cabecitas" descamisados pusieron los pies en la fuente de Plaza de Mayo.

Luego vino "ella" con su discurso, con el recuerdo de "él". Su diálogo con el pueblo marca cada momento de nuestra vida política, cada capítulo de una historia que se instala, cada día más hacia lo épico. Es allí donde debemos buscar las verdaderas razones de la enorme movilización: nadie quizo estar ausente porque todos sienten que se están viviendo momentos únicos, se esta viviendo una gesta que quedará escrita en la historia del Pueblo.

Su agradecimiento a la oposición por acompañar la propuesta soberana de recuperar YPF la instala como una estadista. La expone más allá de la identidad partidaria. No hizo falta criticar a Clarín y La Nación, quedaron al márgen de la historia y más cercanos al repudio popular ¿Para que nombrarlos?. Su discurso transcurre y se incribe más allá del peronismo y el kirchnerismo. Sus palabras son la sintesis de la historia del pueblo y sus contradicciones. Acompaña las alegrías y grandes decepciones, pero nos proyectan hacia un futuro cierto y cercano.

La expropiación de YPF marca un nuevo capítulo de la continuidad histórica del movimiento de liberación nacional. No es recuperar una empresa más, YPF forma parte de nuestro ADN como Estado soberano. Es un capítulo de la liberación de un pueblo sin tirar un solo disparo, es la democracia sin un solo perseguido o encarcelado, es la construcción de una revolución en paz.

El pueblo con su movilización se sientió protagonista de la historia, esta concentración sirvió para festejar el regreso a las mejores tradiciones de nuestro pueblo, una historia marcada por el bicentenario cercano a la independencia. Cristina no me sorprende, hace lo que siento, hace lo que siente el pueblo: ir por el sendero de los grandes patriotas suramericanos.

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