En marzo, y luego de meses de protestas que provocaron 135 muertos, el Presidente de Madagascar, Marc Ravalomanana, debió abandonar el gobierno. El pueblo se sintió traicionado porque había firmado un contrato para ceder a la multinacional surcoreana Daewoo los derechos de explotación de un millón trescientas mil hectáreas para cultivar maíz durante 99 años.
La indignación es lógica en un país que importa alimentos mientras tiene tierras fértiles y el setenta por ciento de su población está desnutrida o mal alimentada.
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