Por un lado el gobierno de Alberto y Cristina Fernández necesitan del respaldo electoral para poder avanzar en el gobierno. La gobernabilidad es una necesidad que hoy niegan los diputados y senadores de Juntos por el Cambio, que ha tomado un claro partido por las patronales del campo y la ciudad, operando con especuladores financieros en contra de los intereses nacionales y dinamitando la confianza en las medidas sanitarias para combatir la pandemia.
También debemos recuperarnos de las consecuencias de la pandemia mundial, donde la nueva normalidad afecta el humor social, donde debemos reforzar día a día los protocolos de salud ante el relajamiento que algunos sectores mezquinos proponen. La batalla del gobierno por las vacunas ha dado sus frutos y ha logrado negociar hábilmente la llegada de las mismas ante los países desarrollados que la intentan acaparar.
Pero también es necesaria la acción gremial en paritarias para recuperar la capacidad de consumo de los trabajadores, luego de la pandemia y los cuatro años de macrismo. La caída real de los salarios es entonces una tarea pendiente del gobierno, que por un lado debe negociar o controlar a los formadores de precios que tienen como objetivos maximizar ganancias para las empresas y planchar aún mas los salarios de los trabajadores y trabajadoras.
El conflicto gremial no es bueno ni malo en si mismo, pero es una necesidad si la patronal no reparte la riqueza que los trabajadores y trabajadoras generan. Durante los primeros años del gobierno del General Juan Domingo Perón, los trabajadores salieron a las calles, discutiendo fuertemente la distribución de la riqueza y las condiciones de trabajo. Los paros se hacían no contra el gobierno sino con el gobierno. En este sentido el gobierno debe tomar partido a favor de los trabajadores y trabajadoras, esta en el ADN del peronismo y estos son la base del proceso de unidad del campo nacional y popular.
La disputa con Juntos por el Cambio es la disputa con el poder económico real, ellos sostienen la necesidad de salarios bajos, flexibilización del trabajo y sometimiento del movimiento obrero. Para el macrismo es central que no exista la distribución de la riqueza, para lo cual debe tener suficientes manos en el Congreso Nacional para frenar cualquier medida de recuperación del movimiento obrero.
Los formadores de precios han operado fuertemente contra la recuperación salarial, en un mercado mundial donde los alimentos han aumentado su valor, los productores quieren obtener la máxima rentabilidad cobrando a precios internacionales en dólares y pagando sueldos miserables en pesos. Esto forma parte del conflicto con la patronal del campo y los productores de carne. Mientras tanto los productores sojeros continúan con los intentos de contrabandear cereal y quince camiones fueron detenidos esta semana intentando pasar ilegalmente al Paraguay.
Otro tanto ocurre con los combustibles, Juntos por el Cambio empujó a los acreedores para hacer fracasar las negociaciones de YPF, estos aprovechan el momento de debilidad global para sacar el mayor provecho del recurso energético nacional.
La CGT y la CTA vienen pidiendo mayor control de precios ante la escalada de aumentos en los alimentos y combustibles que licuaron todos los acuerdos realizados en paritarias de noviembre y diciembre de 2020. Los pedidos urgentes de paritarias muestran la necesidad de recuperar lo perdido y el gobierno envía señales a los trabajadores y trabajadoras diciendo que la recuperación salarial es parte de sus objetivos.
2021 será un año de fuerte conflictividad gremial, acotada por la pandemia, pero será una necesidad no solo de los trabajadores sino del mismo modelo económico que pone su acento en la recuperación productiva vía mercado interno. Poner dinero en los bolsillos de los argentinos es entonces estratégico, en un mundo donde los proteccionismos son cada vez mas fuertes y el libre mercado es solo una retórica para someter y saquear países débiles políticamente.
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